Hace unos días tuve el placer de recorrer el Valle Sagrado de los Incas en Perú, bordeando las aguas turbulentas del río Burubamba y viajando en el tren de la mítica compañía Orient Express que lleva el nombre de Higam Bigam, el descubridor de las ruinas de Machu Pichu.
El viaje hasta Machu Pichu es apasionante y lleno de sorpresas, entre ellas la de descubrir en el libro de firmas de viajeros del tren, la de Bill Gates y la de Bono, el cantante de U2.
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Bill Gates escribe una dedicatoria anodina, como lo hace la mayoría de la gente y como corresponde a su aspecto de hombre normal y discreto. Agradece el hermoso viaje y promete contárselo a sus amigos para que disfruten también de la experiencia.
En cambio, Bono, hace alarde a la vez de su creatividad y de su enorme ego, dibujándose a sí mismo en una caricatura y escribiendo encima de ella su nombre con grandes letras mayúsculas. «BONO en el tren». O sea, algo así como «Dios estuvo aquí».
Dos caracteres muy distintos y dos expresiones de la personalidad diferentes de dos hombres que, sin duda y cada uno en su ámbito, son algunos de los más relevantes personajes del siglo XX.