En los años 90, le recomendé a la empresa García Carrión que pusiese la marca Don Simón, que era la de sus vinos más comunes en envases de cartón, a sus nuevos zumos naturales dirigidos a un público infantil. Parecía una locura, pero lo hicieron y arrasamos con las ventas, convirtiéndonos en el líder del sector.
No fui el único que pensó que una buena marca puede vender todo tipo de productos.
Marcas como Virgin han demostrado en los últimos años que con el mismo nombre se pueden vender con éxito productos y servicios tan dispares como refrescos, seguros de vida, líneas aéreas, libros y discos, vinos, globos aerostáticos, teléfonos móviles, productos financieros, agencias de viajes o bancos de cordones umbilicales.