No hay nada en el mundo más difícil que adquirir prestigio, y nada más fácil que perderlo.
Rafa Nadal es el héroe de millones de niños en todo el mundo y también de millones de adultos, que ven en él el paradigma del esfuerzo recompensado, de la honestidad, de la sencillez, del amor al deporte y, en definitiva, el espejo en que todo ser humano debe mirarse.
Rafa Nadal es el prescriptor perfecto para cualquier tipo de productos. De hecho, son varias las marcas que lo han utilizado para anunciar automóviles, zapatillas deportivas, snacks, seguros, bancos y hasta encimeras de cocina. Ninguno de esos anuncios escandalizó a nadie, ni perjudicó la imagen de Nadal, incluso hubo algunos que reforzaron su imagen de chico bueno, honrado y simpático.
Pero, de repente, le vemos anunciando un juego de póker por Internet, y muchos nos quedamos descolocados. ¿Qué hace este joven deportista de imagen irreprochable fomentando la pasión por un juego como el póker? La sorpresa es la misma que si le viésemos anunciando cigarrillos o alcohol. Productos todos ajenos por completo a la imagen de un deportista sano como él.
¿No se le ha ocurrido a Rafa pensar que ese anuncio puede perjudicar su imagen? ¿No se le ha ocurrido tampoco a nadie de su entorno? ¿Sus padres, su entrenador, el representante que le lleva los temas publicitarios? ¿A nadie le pareció mal anunciar un juego de póker con apuestas dinerarias?
Es curioso, porque en mi entorno a todo el mundo le parece un error tremendo. Y los parientes y amigos no dejan de preguntarme qué me parece a mí como publicitario. Por eso he escrito este post sobre el tema. Para dejar claro que a mi me parece un disparate jugar con la imagen impecable de Rafa Nadal. ¿Quién lo ha engañado para hacerle creer que anunciar juego es tan inocuo como anunciar natillas o relojes? Si es una cuestión de hacer dinero, estoy seguro de que hay cantidad de marcas dispuestas a contratar a Rafa, como para que no le quede otra alternativa que aceptar el anuncio del póker.
Espero que alguien cercano a Nadal, o él mismo, se den cuenta muy pronto de que no se puede jugar con la imagen, sin correr el riesgo de perderla. Sería una lástima que su prestigio ganado con miles de buenos golpes de raqueta y de sacrificio, se perdiera en una funesta partida de póker.