La Academia de la Publicidad Española, de la que me honro en ser Miembro de Honor desde el año 2011, ha lanzado una propuesta para llevar a un publicitario hasta la Real Academia de la Lengua. Toda la información se puede ver en la página especial que han creado a tal efecto www.unpublicitarioenlarae.com
Julián Bravo, Presidente de la Academia, me ha pedido un comentario en apoyo de esa iniciativa, para publicarlo en la página, junto con el de otros ilustres colegas.
Aquí está mi opinión:
Minimalismo lingüístico
El lenguaje publicitario es sin duda un estilo literario ajeno a cualquier otra forma de expresión. En esencia se trata de dar prioridad al concepto, pero aportando una brillantez formal extraordinaria.
Escasez de palabras, al más puro estilo azoriniano, pero buscando siempre la sorpresa y la contundencia. Un estilo inteligente para establecer conexiones emocionales profundas con el receptor.
Aunque también nos movemos en el ámbito de la información, la literatura publicitaria es sin embargo muy distinta a la del periodismo, porque donde éste coloca pies de pagina a las imágenes, la publicidad combina imagen y texto complementándolos para crear un contenido nuevo y distinto.
El mejor periodismo, de hecho, surge cuando su lenguaje se acerca al de la publicidad, como ocurrió en los albores de la transición española, con algún medio como Cambio 16, que utilizó en sus titulares la técnica de los headlines publicitarios.
El mensaje publicitario propone un juego al receptor, en el que éste participa activamente, aceptando o rechazando las propuestas.
Yo pertenezco a la generación de redactores publicitarios que nacieron a la profesión cuando la televisión era el medio rey. Me he pasado la vida contando historias en 20 segundos, apenas 40 palabras para expresar los más variados mensajes. Sin duda, eso requiere una técnica de síntesis extrema. Y sin duda también, ese lenguaje ha aportado a la literatura moderna unas claves que hoy día son habituales en muchos otros ámbitos.
¿Un académico publicitario en la RAE? Sinceramente, yo creo que sería una buena aportación al desarrollo de nuestra lengua.