Twitter se ha convertido últimamente en el ámbito natural donde se mueven la comunicaciones de todos los partidos. Es la corriente de moda que se lleva, la lógica consecuencia de los nuevos tiempos. Si no estás en las redes sociales está claro que no existes. Lo que no está tan claro es que por estar en las redes sociales existas realmente.
Los partidos tradicionales usan Twitter para darse un barniz de modernidad, pero la mayoría de sus militantes y simpatizantes siguen conectando con ellos a través de los medios tradicionales. Sin embargo, los nuevos partidos, y muy especialmente Podemos, basan casi toda su estrategia en mantener un contacto virtual con sus seguidores y votantes. Hace un par de años, en el inicio, querían jugar a Juego de Tronos. El propio líder del partido, fan de la Princesa Khaleesi, regaló a Felipe VI un DVD de la serie, en una especie de advertencia sobre sus intenciones de derribar la monarquía en un futuro próximo.
La mayor parte de la relación de Podemos con sus seguidores se lleva a cabo en las redes sociales y muy especialmente en Twitter, donde sus líderes manifiestan sus inquietudes, rebaten a sus adversarios e incluso discuten entre ellos. Toda una estrategia de transparencia mediática, que pretende conseguir muchos likes con cada mensaje, pretendiendo cuantificar así su éxito o su fracaso.
Sin embargo, los likes de las redes sociales no se pueden contabilizar como apoyos, porque entre lo virtual y lo real está la gran diferencia entre apretar un botón o salir a la calle a manifestarse o para echar una papeleta en una urna.
El ruido de Internet puede ser ensordecedor, pero también puede ser tan efímero como ese like que sólo tardamos una décima de segundo en ejecutar. Por eso se equivocan los que piensan que los seguidores virtuales se pueden contabilizar como seguidores reales, porque corren el riesgo de convertirse en un gran partido virtual, ideal para jugar a Juego de Tronos, pero muy lejos de ser un partido real, en un escenario político real y con unas posibilidades reales de futuro.