Los grandes aliados del viejo marketing, los medios de masas, se muestran cada día más débiles ante el avance de los nuevos medios digitales.
La televisión pierde eficacia día a día como consecuencia de un aprovechamiento excesivo del medio. Las cadenas han explotado su éxito hasta límites insufribles, con la consiguiente pérdida de eficacia en los anuncios y el aburrimiento de los espectadores.
Bloques publicitarios interminables castigan a las audiencias haciendo insufribles las esperas y fomentando el zapping. Como consecuencia, las audiencias han descendido de forma alarmante y hoy día se necesitan unos niveles de inversión cada vez mayores para conseguir la mismas coberturas de antes.
Un buen ejemplo de la pérdida de eficacia de la televisión es que ya prácticamente no existen marcas capaces de hacer populares sus eslóganes. La gente recuerda los del siglo pasado, pero es incapaz de mencionar más de dos o tres de los últimos diez años.
Sólo una pocas marcas globales cuentan hoy con los recursos suficientes para conseguir que la repetición mediática de sus campañas deje un poso duradero en las mentes de los espectadores.