Hace unos días, leí en el diario El País un interesante artículo del profesor de la Universidad de Stanford Evgeny Morozov, sobre el fenómeno del lifehacking, una de las expresiones de moda hoy día en Sillicon Valley.
En un principio se trataba de definir con esa expresión el uso más inteligente de la tecnología para aumentar la productividad de los individuos. Sin embargo, ese significado está dando ahora un giro de 180 grados, pasando a ser el uso de la tecnología para trabajar menos y tener mucho más tiempo para el ocio gratificante.
En el artículo de Morozov se menciona el libro La semana laboral de 4 horas, un famoso best seller de Timothy Ferriss en el que se desarrolla ampliamente la filosofía que hay detrás del nuevo lifehacking: utilizar la tecnología no para enfangarnos en ella dedicándole la mayoría de nuestro tiempo, sino para todo lo contrario.
Se trata de usar mucho menos las herramientas tecnológicas, pero usarlas mucho mejor. No pasarnos el día colgados de una tableta o un smartphone haciendo simplezas y descargando aplicaciones inútiles, sino aplicar todo el rendimiento tecnológico a proporcionarnos tiempo para no hacer nada.
Otro teórico de la neurociencia, Andrew Smart, dice que según los últimos descubrimientos nuestros cerebros, mientras descansan, hacen un montón de trabajo, y que «dedicar tiempo a no hacer nada es absolutamente necesario para desarrollar plenamente nuestras facultades mentales y abordar perspectivas nuevas y originales. Para innovar, por tanto, es absolutamente necesario aprender a estar ociosos».
No puedo estar más de acuerdo con Ferriss y con Smart, porque siempre he sabido que el truco consiste en pensar. Y para poder pensar hay que dejar de actuar todo el tiempo. La continua labor de gestión de los líderes en las empresas, les impide a veces tener tiempo para pensar, y eso acaba con su capacidad de innovación y desarrollo, convirtiéndolos en ineficaces.
Prueba a olvidarte de tus herramientas tecnológicas varias horas al día y dedica ese tiempo a disfrutar de la vida ociosa y a pensar. Verás como de repente empiezas a verlo todo más claro y a mejorar. En tu vida y en tu trabajo, pero sobre todo en tu creatividad.