Algunos empresarios tienen muy clara la importancia de la marca y le dan a este factor intangible todo su valor, invirtiendo cada año importantes presupuestos, en lo que consideran la base de su negocio.
Me vienen a la memoria las declaraciones de un industrial americano de principios del siglo XX, que a propósito de la publicidad de sus productos decía los siguiente:
“Si tuviese que elegir entre perder mis fábricas o perder la reputación de mis productos, ganada con la publicidad de los últimos veinte años, no lo dudaría. Que destruyeran las fábricas, porque en noventa días se pueden construir fábricas nuevas. Pero no hay capital capaz de hacer lo mismo con la imagen de mis productos. Ni capaz de recuperar veinte años de buena publicidad”.