Dicen que las personas inteligentes se reponen enseguida de sus fracasos, pero las mediocres no se recuperan nunca de sus éxitos.
Llegar al éxito no es tan complicado como mantenerse en él; a veces basta con dejarse llevar por la corriente, estar en el lugar exacto en el momento oportuno. No siempre es necesario tener cualidades especiales, ni estar dotado de un talento único; hay muchas personas que alcanzan el éxito por pura casualidad, porque tuvieron la fortuna de ser elegidos por el caprichoso azar.
Escritores mediocres que consiguen la fama en un golpe de suerte y ven cómo su obra se convierte en un best seller, sin llegar a comprender nunca las razones de su éxito; cantantes de un solo tema, que, de repente, se sitúa contra todos los pronósticos en el número uno de las listas de la canción del verano.
Hay un sinfín de circunstancias que a veces llevan a alguien hacia el éxito y la fama, sin que se den ningún tipo de merecimientos. Pero esos éxitos suelen ser muy efímeros, si las personas que los consiguen no son capaces de manejar con prudencia su propia autoestima.