(Prólogo al libro Mentoring para Emprendedores)
El tejido económico de una nación como España se basa sin duda en la cantidad y calidad de sus pymes, ya que el 99% de las empresas que existen pueden considerarse dentro de esa definición. Y más concretamente, la mayoría, un 75% de las mismas, son pequeñas pymes, valga la redundancia, que tienen solamente entre uno y cinco empleados. Es vital, por lo tanto, para el desarrollo del país que miles de personas cada año se lanzen a la aventura de emprender. Y digo aventura, porque emprender siempre lo ha sido, y muy especialmente en estos tiempos de crisis permanente que nos está tocando vivir.
Ser emprendedor es una profesión de alto riesgo, donde uno se juega no solamente su dinero, sino también su fe, su entusiasmo, su pasión y su prestigio personal. Sobre todo en un país donde los emprendedores nunca han estado demasiado bien vistos. En las escuelas y en las universidades nos han educado siempre para ser empleados, o mejor aún, funcionarios del Estado, con un trabajo y un sueldo seguros y para toda la vida. No es casualidad que sólo tres de cada diez universitarios españoles se declaren dispuestos a emprender, una vez terminados sus estudios, frente a ocho de cada diez en Estados Unidos.
A las incertidumbres del emprendedor se suman las carencias de habilidades, unas veces por falta de experiencia, en el caso de los jóvenes, y otras veces por exceso de malas experiencias, en el caso de los más mayores. El caso es que cada emprendedor afronta la aventura desde una perspectiva diferente, pero siempre arriesgada, porque en la práctica las cosas nunca son como se habían pensado de antemano. El desarrollo de las ideas es complejo y no se puede hablar de buenas o malas ideas hasta que éstas se llevan a la práctica.
En mi experiencia personal me habría resultado muy útil contar con un buen asesoramiento en todas aquellas materias que escapaban a mi experiencia profesional concreta. Después de muchos años de actividad profesional exitosa en el área de la creatividad publicitaria, debí aprender a enfrentarme con problemas de gestión a los que nunca había hecho frente. Temas financieros, temas societarios, de recursos humanos, de captación de clientes, incluso temas inmobiliarios para los que no estaba en absoluto preparado. Todo lo tuve que aprender prácticamente desde cero, a golpe de duras experiencias y de pequeños fracasos, que me enseñaron poco a poco el camino correcto para el desarrollo de mi empresa.
Cuando escribí mi último libro “Hoja de ruta para emprendedores”, lo hice precisamente pensando en evitar a todos aquellos que se inician en el proceso de crear una empresa, pasar por las mismas vicisitudes que yo tuve que atravesar en mis inicios. Dar un repaso a las motivaciones que le llevan a uno hasta el emprendimiento, o valorar las expectativas, los riesgos, la independencia, los recursos, los socios, el equipo o la realidad con la que se van a encontrar, han sido mis principales aportaciones a esa cultura empresarial de la que todos estamos tan necesitados en los primeros momentos.
Aprender a emprender. Prevenir los posibles errores sacando partido a la experiencia de los demás, los que cometieron esos errores antes que tú. Ése es el espíritu de mi libro, y ése es también el espíritu de los mentores a los que hace referencia el libro que nos ocupa hoy. Porque este libro de Julio Rodríguez Díaz “Mentoring para emprendedores. Guía práctica” es precisamente eso, una guía práctica para todos aquellos, mentores o mentorizados, interesados en aportar valor al emprendimiento. Unos, los mentores, regalando su experiencia profesional, y otros, los mentorizados, absorbiendo unos conocimientos prácticos que no se enseñan en las universidades, y que son vitales para su desarrollo.
En el libro se explican con todo detalle los conceptos básicos del mentoring, el perfil que debe tener cada uno de los participantes, los procesos que hay que seguir durante la relación, así como los documentos necesarios para llevar a cabo todo el desarrollo. También recoge el libro testimonios de los mentores, en los que se pone de manifiesto que el beneficio de la relación es mutuo, y que ellos reciben tanta satisfacción de los mentorizados, como éstos de sus mentores. Basten como ejemplo las palabras de uno de ellos:
“Desde la primera reunión con mi mentorizada me di cuenta de los beneficios del programa. Intentar aconsejar me ha ayudado a reflexionar sobre los problemas de gestión. Estoy sorprendido con lo gratificante que está resultando la experiencia para mi.”
También los mentorizados explican en el libro los beneficios recibidos y el valor que les ha aportado la relación en su labor de gestión empresarial.
La red de mentores de Madrid es sin duda una gran iniciativa, y su valor se pone especialmente de manifiesto en este libro, que no puede dejar de leer cualquier persona interesada en los temas relacionados con el emprendimiento. Una labor que nos afecta a todos y de la que depende el buen funcionamiento de la economía de nuestro país.