Confieso que nunca lo había visto antes. Ni siquiera lo había imaginado. Anuncios publicitarios florales al borde de la carretera. Hermosos logotipos de firmas comerciales esculpidos en setos vegetales plantados sobre el césped que adorna los laterales de una autovía urbana.
Los vi hace una par de semanas en la ciudad de Lima, la capital de Perú, y apenas me lo podía creer. De hecho tardé tanto en reaccionar que, sólo pude hacer una mala foto con mi teléfono móvil desde el vehículo en el que me desplazaba.
No pude sacar más que un pedazo del logo de un banco para que quedase testimonio del hecho, pero pude ver a lo largo de varios centenares de metros como todo el recorrido estaba lleno de anuncios similares. Magníficos setos reproduciendo las letras y los símbolos de las principales empresas del país, saliendo al paso de los automovilistas en medio de un denso tráfico de hora punta.
A la vista de estas “vallas” urbanas me acordaba de cuando el centro de nuestras ciudades estaba lleno de carteles de 3 X 8 metros y los bordes de las carreteras de todo el país estaban salpicados de anuncios de grandes formatos. En su momento se dijo que que peligraba la seguridad de los conductores ante la visión de los mensajes publicitarios, y se procedió por ley a eliminarlos de raíz. Sólo el toro de Oborne. después de una larga polémica y sin el logo de la marca, fue indultado por ser un símbolo de españolidad que trascendía su significado comercial.
Me pregunto si la visión de los setos publicitarios de Lima distraen o no a los conductores y les hace peligrar su seguridad. O si, por el contrario, son un relajante oasis verde en medio del caótico tráfico urbano.
Por otra parte, sería interesante saber cuánto cobra el Ayuntamiento de Lima a los anunciantes por el uso de esos espacios. O si se trata de un intercambio, en el que las marcas se encargan de embellecer los bordes de las calzadas, encargándose del mantenimiento, mientras el Ayuntamiento les permite hacer filigranas florales con sus marcas.
Nadie me supo decir si había alguna contraprestación económica por medio, aunque todo el mundo estaba seguro de que eran las marcas anunciantes las que se encargaban de mantener impecables todos los espacios verdes que ocupaban.
En cualquier caso, la cuestión es si se trata de una buena idea o de una idea nefasta para la seguridad de los ciudadanos. Yo no estoy muy seguro de nada. Así que vosotros tenéis la palabra.