Mi buena amiga Nuria Vilanova, presidenta de Inforpress, la mayor consultora de comunicación española, habla en su libro “Micropoderes” de lo que ella define como liderazgo imperfecto.
Me encantó la explicación que da en el libro de cómo llegó a plantearse esa teoría. Dice que estaba haciendo un curso de liderazgo en el IESE y que siguiendo las directrices del curso intentaba corregir sus defectos como líder, de acuerdo con los cánones de la prestigiosa institución. “Intenté ser ordenada, seguir rutinas, repetir procesos, mejorar en el seguimiento de procesos. Casi muero. Hasta que me di cuenta de que eso me producía tanta infelicidad que, al final, estaba perdiendo mi gran ventaja: la fuerza con la que me involucro en aquello que me apasiona. Estaba perdiendo fuerzas en aquello en lo que soy buena: la creatividad, la visión de negocio, la venta y movilizar talento. Así que decidí inventar una nueva teoría: el liderazgo imperfecto.”
Nuria habla desde la autoridad como líder que le confiere haber creado y desarrollado una empresa, que en la actualidad tiene más de 200 empleados en plantilla, y cuenta con oficinas en España, Portugal, Brasil, Colombia y Perú.
Ella sabe de lo que habla y está convencida de que uno sólo puede llegar a triunfar si se dedica con pasión a hacer lo que le gusta y para lo que realmente tiene aptitudes. Propone que “es imprescindible no tratar de ocultar las limitaciones personales a tu equipo”, y que lo que hay que hacer es “pedir ayuda y crear un grupo complementario que supla con creces aquellas áreas en las que no despuntamos”.
En mi propia experiencia personal como líder de una agencia de publicidad exitosa, he comprobado como Nuria que nadie es un líder perfecto, y que todos necesitamos completarnos con la sabiduría y las cualidades de los demás.
Para alcanzar el liderazgo imperfecto, Nuria nos da en su libro tres consejos: “1) Saber cuáles son tus puntos débiles. 2) Ser sincero, reconociéndolos ante tu equipo. 3) Ser humilde, pedir ayuda.”
Parece fácil, pero no hay nada más difícil que reconocerse ante uno mismo tal cual somos y ser capaces de mostrarnos así ante los demás. Inténtalo, y si consigues ser un buen líder imperfecto, enhorabuena, porque ése es el camino para ser un gran líder de verdad.