Un empresario con visión de futuro
Kurt Smith, un gran publicitario fundador de la agencia Unitrós en España, me dijo en una ocasión que el mejor momento para crear una empresa es cuando el sector está en crisis, cuando todos los demás empresarios están rumiando su fracaso colectivo y aplazan sus iniciativas hasta el momento en que el mercado cambie y lleguen tiempos mejores.
Kart había llegado a Madrid en 1974, cuando la famosa crisis del petróleo acababa de sacudir con fuerza las estructuras económicas empresariales y, muy especialmente, las de las agencias de publicidad, siempre sensibles a todos los movimientos económicos.
Las agencias estaban despidiendo personal y muchas de ellas se habían visto obligadas a cerrar sus puertas. Nadie, en aquel momento, estaba dispuesto a invertir un céntimo en el negocio publicitario, ya que no se vislumbraba todavía el final de la crisis; y, además, los graves problemas de salud de Franco sembraban de incertidumbre el futuro del país.
Sin embargo, esta situación no parecía importarle en absoluto a Kurt Smith, un hombre inteligente, con sus propias ideas y convicciones, que hacía un análisis muy distinto de las circunstancias.
Entender el mercado
Kurt, que no conocía nada sobre el mercado publicitario madrileño, se entrevistó en unas pocas semanas con todos los creativos y ejecutivos importantes de la ciudad, almorzó con cada uno de ellos, les contó su proyecto y obtuvo de ellos la más valiosa información sobre la verdadera situación del sector.
Había percibido claramente la atonía general, la falta de iniciativas, el miedo al futuro; y había sacado sus propias conclusiones: las crisis económicas pasan; el comercio, la industria y la publicidad siguen existiendo aunque cambien los regímenes políticos; y cuando todos están dormidos, puede ser muy útil permanecer despierto. Decidió, pues, abrir su agencia de publicidad y lo hizo a lo grande, rompiendo todos los rígidos esquemas del pasado.
Para empezar, situó su agencia en un chalet con jardín en la calle de Mateo Inurria, en el distrito de Chamartín, un poco alejado del centro donde se situaban las demás agencias, siempre instaladas en pisos convencionales de edificios también convencionales. Contrató a los
mejores creativos, que se dejaron tentar fácilmente por el entusiasmo de Kurt, los buenos salarios y la singular ubicación de la agencia. Lanzó al mercado el mensaje de que había nacido una nueva agencia diferente a todas las demás, con un posicionamiento creativo por encima de todo, dispuesta a romper todas las reglas y a revolucionar el lánguido sector publicitario con un estilo fresco y brillante.
Y lo consiguió. Muchos anunciantes le creyeron y confiaron sus cuentas a Unitrós, esperando encontrar una nueva creatividad para sus campañas, que fuese capaz de dar movimiento a sus ventas. La agencia creció rápidamente y en muy poco tiempo se consolidó como una de las más creativas de España.