El fenómeno imparable de la información y la avidez de las personas por conocerlo todo, están obligando a las empresas a ser absolutamente transparentes en todas sus propuestas.
Ya no basta solo con informar de lo esencial. El cliente quiere saberlo todo acerca de la empresa y de sus productos. Le interesa tanto la calidad de los procesos de fabricación como la actuación social y medioambiental de la compañía.
La relación entre las marcas y los consumidores va mucho más allá de un simple intercambio comercial. Se trata de mantener una relación de mutua complacencia, y para eso es necesario que haya un clima de honestidad en todo momento. La información total y la transparencia son los ingredientes principales de los productos modernos.