Los productos desechables se han impuesto en el mercado. Kleenex en vez de pañuelos, envases de Tetrabrick sustituyendo al cristal en la leche e incluso en el vino, latas de refrescos, bolígrafos no recargables… y cientos de productos más.
Nos han enseñado a estrenar algo nuevo cada día, y ya no soportamos usar lo mismo todos los días. No queremos que nuestro coche o nuestros electrodomésticos duren para siempre, porque nos gusta cambiar de modelo cada cierto tiempo y estar siempre a la última.
Ni siquiera las parejas se plantean ya una relación para toda la vida. El matrimonio es a veces una solución al final del camino, después de pasar por diferentes periodos de prueba, en los que las parejas mantienen una relación con fecha de caducidad fijada en el día que se acaba la pasión. Son también relaciones de usar y tirar, y cuando la pasión se agota, que se agota siempre, se busca una nueva pareja de estreno.
Así son las cosas. Hoy más que nunca la única constante es el cambio. Y el cambio, en términos empresariales, es la innovación en todos los ámbitos de la empresa.